Un potente terremoto de magnitud 6.0 sacudió la provincia de Kunar, en el este de Afganistán, la noche del domingo, causando una tragedia sin precedentes. Según los informes oficiales, al menos 1,411 personas han perdido la vida y más de 3,000 resultaron heridas. El fenómeno natural enfocó su devastación en distritos rurales como Nurgal, Chawki y Asadabad, ubicados cerca de la frontera con Pakistán.
El epicentro del sismo se localizó a 27 km al noreste de Jalalabad, con una profundidad de 8 km. Provincias cercanas como Nangarhar, Laghman, Nuristan y Panjshir también sintieron los efectos del terremoto, exacerbando una crisis humanitaria ya grave.
Las labores de rescate continúan en áreas remotas y de difícil acceso, donde muchas personas aún permanecen atrapadas bajo los escombros. La comunidad internacional, incluyendo organismos como la ONU, ha comenzado a movilizar recursos, liberando fondos para hacer frente a esta emergencia. Además, varios países, entre ellos el Reino Unido, India, China, Pakistán, Irán y Egipto, han ofrecido su ayuda para aliviar la crisis.
Sin embargo, Afganistán enfrenta significativos desafíos para atender la emergencia. La crisis económica, un sistema de salud debilitado, y las restricciones impuestas por el régimen talibán complican la respuesta a esta tragedia. Las provincias afectadas presentan una gran destrucción material y los servicios de salud están desbordados, lo que complica aún más la atención a los heridos. A medida que continúan las evaluaciones y los rescates, se teme que el número de víctimas aumente.
Este terremoto representa una tragedia humanitaria en un contexto marcado por múltiples crisis y vulnerabilidades, afectando a comunidades ya golpeadas por la pobreza y el desplazamiento. La situación en Afganistán requiere una respuesta coordinada y contundente para mitigar las consecuencias de esta catástrofe.
Fuente: La República









