En un giro inesperado, el alcalde de Pataz, Aldo Mariños, anunció que no participará en la manifestación nacional convocada para este 15 de octubre, rompiendo así el compromiso público que había sostenido hasta ahora. La decisión fue comunicada a través de un video en sus redes sociales, donde atribuyó su cambio de postura a los actos de violencia sufridos por los ronderos que lo acompañaban.
Según relató el burgomaestre, la noche del 12 de octubre, tras una reunión con el presidente José Jerí, él y los integrantes de su comitiva fueron rechazados de manera hostil por decenas de ciudadanos congregados en la Plaza San Martín. Los manifestantes los increparon y acusaron de «traidores» y «vendidos», lo que derivó en agresiones contra los ronderos.
«No me gusta la violencia. La rechazo en todos sus extremos. La actitud que han asumido algunos jóvenes, lo rechazo. Me comentan los ronderos que han sido agredidos, por lo que esa actitud me aleja de ustedes. No asistiré este miércoles 15 a la marcha que ustedes están convocando», declaró Mariños con firmeza.
Y añadió: «Si realmente queremos construir un nuevo Perú, si queremos entendernos, tiene que ser en paz».
De aliado a cuestionado
El anuncio ha generado una ola de cuestionamientos en las redes sociales, dado que Aldo Mariños era percibido hasta hace poco como una de las figuras aliadas a las protestas contra el nuevo gobierno. Su imagen se fortaleció tras realizar una «marcha de sacrificio» a pie desde Pataz hasta Lima, durante más de un mes, para exigir obras para su provincia.
A su llegada a la capital, fue recibido por cientos de simpatizantes que respaldaron su medida y lo acompañaron en su recorrido, generando un amplio apoyo ciudadano y mediático. En ese entonces, el alcalde aseguró que se sumaría a la marcha del 15 de octubre convocada por la Generación Z y exigió una mesa de diálogo con el Presidente.
El punto de quiebre: la reunión con Jerí
Sin embargo, el respaldo inicial se resquebrajó tras la reunión que Mariños sostuvo con el presidente Jerí. En dicho encuentro, las autoridades locales y ronderos expresaron su malestar, y se acordó instalar una mesa de diálogo para el 14 de octubre.
La salida del lugar marcó el momento crítico: al dirigirse a la Plaza San Martín, el alcalde y su comitiva fueron recibidos con abierta hostilidad, lo que obligó al grupo a retirarse bajo custodia en un vehículo, entre gritos y señalamientos.
Advertencia final
Pese a su alejamiento de la protesta, Mariños envió un mensaje claro a las autoridades: precisó que, si los acuerdos de la mesa de diálogo no se cumplen, recorrerá «todas las regiones del país» para pedir que «se vayan todos». Una advertencia que deja en claro que, aunque distanciado de los métodos que considera violentos, su reclamo de fondo permanece vigente.









