En un acto que trasciende lo estético para convertirse en un cierre simbólico, Pamela López ha iniciado el proceso clínico para eliminar de su piel un tatuaje vinculado a su pasado familiar con el futbolista Christian Cueva. El diseño, que muestra el rostro del deportista y ocupa un espacio considerable en su espalda, ha comenzado a ser tratado con tecnología láser.

López explicó al programa América Hoy que esta decisión nace de una desconexión emocional con la imagen: «Ya no me representa», afirmó, vinculando el procedimiento con la necesidad de dejar atrás una etapa de su vida que hoy considera superada.
Los detalles técnicos del tratamiento revelan la complejidad de desvincularse de una marca permanente. Según la especialista a cargo, el tatuaje posee una pigmentación negra intensa y mide entre 13 y 15 centímetros, lo que requerirá entre seis y diez sesiones de láser Q-switch. El costo de esta transformación no es menor: con sesiones que oscilan entre los 200 y 300 dólares, el tratamiento total podría alcanzar los 2,000 dólares.
Durante la entrevista, ante la consulta sobre si reemplazaría el diseño con la imagen de su actual pareja, Paul Michael, la trujillana dejó abierta la posibilidad con un escueto «puede ser», aunque su prioridad actual parece ser la limpieza del lienzo que representa su propia historia.
Teniendo en cuenta que el borrado de un tatuaje de gran formato implica una inversión económica significativa y un proceso físico prolongado, ¿representa este tipo de procedimientos estéticos el método definitivo para que las figuras públicas logren una verdadera «limpieza de imagen» ante el escrutinio de su audiencia, o la huella mediática de una relación siempre será más difícil de borrar que la tinta en la piel?
Fuente: Trome









