El proyecto del tren Lima–Ica, una de las obras ferroviarias más ambiciosas del país, continúa sin adjudicación pese a los anuncios del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), que había previsto concretar el proceso en agosto de 2025 bajo el esquema de Gobierno a Gobierno (G2G). Hasta el momento, el proyecto sigue en la etapa de presentación de ofertas finales, una fase clave para garantizar la transparencia y competencia entre los postores.
El tren de alta velocidad unirá la capital con la ciudad de Ica a través de un recorrido de 300 kilómetros, con una velocidad máxima de 200 km/h y 14 estaciones. De esa extensión, 47 kilómetros estarán construidos sobre puentes y viaductos, mientras que 32 kilómetros se desarrollarán en túneles, adaptándose a la compleja geografía del sur peruano.
Países interesados y respaldo internacional
Entre los grupos interesados destaca un consorcio canadiense liderado por WSP, Systra, Aecon y Mace, que busca asumir el diseño, construcción, operación y mantenimiento del tren. Este equipo afirma aportar una combinación de experiencia internacional y conocimiento local, con casi tres décadas de trabajo en ingeniería ferroviaria en el Perú y proyectos desarrollados en América Latina, Europa y Canadá.
El consorcio cuenta con el respaldo de la Corporación Comercial Canadiense, lo que representa una garantía soberana del Estado canadiense y ofrecería mayor seguridad jurídica y financiera para la ejecución del proyecto.
Desafíos y proyecciones
Según el cronograma oficial, la construcción del tren Lima–Ica debería iniciar en el primer semestre de 2026 y culminar entre 2031 y 2033. El expediente técnico estaría listo en 2027. Asimismo, se estima que el costo del pasaje sea similar al del transporte urbano de Lima, con el objetivo de mantener tarifas accesibles para la población.
Sin embargo, la experiencia nacional en megaproyectos invita a la cautela. Los retrasos, sobrecostos y ajustes en los plazos o alcances de las obras han sido recurrentes en proyectos de esta magnitud. En ese sentido, el tren Lima–Ica enfrenta el reto de demostrar que puede convertirse en una obra emblemática de conectividad y desarrollo para el sur peruano, y no en una promesa inconclusa más.









