El investigador Will Freeman publicó un ensayo en The New York Times en el que analiza la situación política actual del Perú, advirtiendo que la democracia en el país se encuentra profundamente debilitada. Según Freeman, este deterioro no se debe a la presencia de un dictador visible, sino a la captura del poder por redes informales, intereses privados y actores políticos influyentes, lo que ha reducido significativamente la autonomía de las instituciones estatales. En este contexto, la figura del presidente ha perdido relevancia: decisiones clave son tomadas por coaliciones difusas, mientras las libertades básicas de los ciudadanos —como trabajar sin ser extorsionados, denunciar corrupción sin represalias o transitar las calles con seguridad— se ven cada vez más erosionadas.
El ensayo también advierte que la política peruana está marcada por la influencia de actores cuestionados, incluyendo figuras como Keiko Fujimori, José Luna Gálvez y Waldemar Cerrón, quienes forman parte de redes que, según el autor, aprueban leyes que muchos califican como “pro‑crimen”. Freeman señala que estas estructuras paralelas de poder generan un entorno en el que las instituciones formales, aunque existan, ya no garantizan la protección de los derechos ciudadanos ni el control efectivo sobre el ejercicio del poder.
Además, el texto destaca que este tipo de desgobierno encubierto puede ser más sólido y duradero que una dictadura clásica, ya que mantiene la apariencia de normalidad democrática mientras el poder real queda en manos de actores no elegidos directamente por la ciudadanía. Este análisis refleja cómo la comunidad internacional percibe al Perú: un país con apariencia democrática pero con un poder real disperso y vulnerable, evidenciando una crisis estructural de gobernabilidad y confianza ciudadana que podría tener consecuencias de largo plazo si no se abordan los problemas institucionales.
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