Un reciente episodio revelado por Óscar Ibáñez, exentrenador de la selección peruana de fútbol, ha dejado al descubierto una serie de irregularidades en la gestión de las convocatorias. Durante su periodo al mando, Ibáñez se encontró con una lista de jugadores adultos convocados para la selección mayor en la oficina de Manuel Barreto, quien era jefe de la Unidad Técnica de Menores de la Federación Peruana de Fútbol (FPF).
Este hallazgo resultó sorprendente para Ibáñez, ya que incluía nombres de futbolistas que han sido recurrentes en las convocatorias del equipo principal. En ese momento, el exdirector técnico intentó comunicarse con Barreto para discutir su intención de convocar a Piero Cari, un sparring del equipo, pero no pudo encontrarlo para tratar el asunto. Este incidente comprobó la existencia de una duplicidad en la gestión de las convocatorias, lo que generó una serie de tensiones en la interna de la FPF.
El descubrimiento se produce en un contexto delicado, justo antes de que Barreto fuera designado como técnico interino de la selección peruana para los amistosos programados en octubre y noviembre. La controversia en torno a su gestión y la coincidencia de estos hallazgos no hicieron más que contribuir a un clima de incertidumbre en la dirección técnica de la “blanquirroja”.
La situación ha levantado inquietudes sobre la organización y toma de decisiones dentro de la selección nacional. Muchos analistas deportivos señalan que este tipo de problemas son dañinos para la imagen del fútbol peruano, especialmente en momentos cruciales donde se busca cohesión y éxito en el rendimiento del equipo.
Las críticas no se han hecho esperar, y estos acontecimientos marcan un antes y un después en la gestión de la selección. La FPF deberá abordar estos temas con seriedad para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro y garantizar un entorno propicio para el desarrollo del fútbol nacional.
El camino hacia la consolidación del equipo requiere de una dirección clara y de una gestión transparente que respete los procesos de selección de los jugadores, evitando la duplicidad y los conflictos internos que solo generan divisiones y desconfianza.
El futuro de la selección peruana dependerá de su capacidad para aprender de estas experiencias y establecer un sistema de trabajo que priorice el éxito colectivo sobre intereses individuales.
Fuente: RPP