Afganistán se presenta como una «trampa sísmica» debido a su ubicación geológica sobre la colisión de las placas tectónicas índica y euroasiática. Esta interacción provoca una alta actividad sísmica en la región, especialmente en la cordillera del Hindu Kush, donde los terremotos tienden a ser poco profundos y liberan gran cantidad de energía cerca de la superficie, generando sacudidas devastadoras.
La mortalidad en los terremotos afganos es alarmantemente alta, en gran parte por la combinación de pobreza, décadas de conflictos armados y un terreno montañoso complicado que dificulta las labores de rescate. La provincia de Kunar, una de las más afectadas, se caracteriza por un laberinto de valles que puede aislar a las aldeas durante días, limitando así la capacidad de respuesta.
El Estado afgano enfrenta serias carencias en recursos esenciales, como equipos urbanos de búsqueda y rescate, helicópteros y un sistema de salud preparado para gestionar un gran número de heridos simultáneamente. Estas limitaciones estructurales hacen que cualquier desastre natural se traduzca en una crisis humanitaria de proporciones significativas.
Recientemente, un terremoto de magnitud 6.0, con un epicentro a solo 8 km de profundidad en la provincia de Nangarhar, exacerba esta vulnerabilidad. El evento ha dejado más de 800 personas muertas y aproximadamente 2,500 heridos. Las réplicas del sismo, acompañadas de deslizamientos de tierra, han bloqueado vías clave, dificultando aún más el acceso a las zonas afectadas y la realización de labores de rescate.
La situación se complica por el aislamiento internacional del gobierno talibán, lo que obstaculiza la rápida coordinación y llegada de ayuda humanitaria externa. Esto genera un círculo vicioso de vulnerabilidad donde la falta de recursos y la incapacidad de respuesta se entrelazan, aumentando el sufrimiento humano en un contexto ya de por sí dramático.
En resumen, la gran vulnerabilidad sísmica de Afganistán no solo es producto de su geografía, sino también de disparidades sociales y limitaciones políticas. Estos factores crean un entorno extremadamente precario ante los desastres naturales.
Fuente: La Republica









