El martes pasado, en el Hospital Municipal de Santa Cruz, en Rio Grande do Norte, Brasil, se desencadenó un hecho que ha sacudido a la comunidad médica y al público en general. Ante la crítica escasez de equipos médicos adecuados, un médico se vio obligado a tomar una decisión desesperada para salvar la vida de un bebé de tres meses.
El pequeño ingresó con un cuadro severo de bronquitis, presentando dificultad respiratoria grave, congestión nasal, fiebre, rinorrea, vómitos y diarrea, señales de una condición médica delicada. Sin embargo, la falta de una Unidad de Cuidados Intensivos pediátrica en el hospital local complicaba aún más la situación.
Ante este panorama desafiante, el médico a cargo optó por una medida excepcional: improvisar una máscara de oxígeno utilizando un envase de plástico para torta. Esta solución provisional se implementó mientras se gestionaba el traslado del paciente a otro centro hospitalario con mayores capacidades.
La imagen del médico luchando con recursos limitados ha generado una variedad de reacciones en las redes sociales. Mientras algunos elogian la creatividad y el esfuerzo del personal médico por salvar vidas en condiciones extremas, otros expresan indignación por las precarias condiciones de atención médica en la región.
Este incidente subraya la grave situación de muchos hospitales públicos en Brasil, donde la falta de equipos médicos adecuados, materiales vencidos y mantenimiento deficiente son problemas persistentes. Sin embargo, a pesar de las críticas y el debate generado, las autoridades han destacado que la acción del médico logró estabilizar al bebé y facilitar su posterior traslado a un entorno más adecuado para su tratamiento.
«Hay algunas improvisaciones que debemos hacer. Realmente ayudó al niño a volver a respirar bien, a tener una buena penetración de oxígeno en los pulmones. Fue fundamental para ayudar en su recuperación», señaló el médico Francisco Júnior, de Samu, quien participó en el traslado del paciente.