El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es una realidad alarmante que, lamentablemente, está más cerca de lo que creemos. En muchos casos, las víctimas provienen de entornos en los que deberían sentirse seguros, como el hogar o el colegio. Como padres y cuidadores, es nuestra responsabilidad crear ambientes de confianza donde los menores se sientan libres de expresar sus inquietudes, miedos y experiencias.
Es fundamental que estemos atentos a los cambios en el comportamiento de nuestros hijos. La comunicación abierta y constante es clave; debemos fomentar conversaciones en las que ellos se sientan cómodos compartiendo cualquier situación que les incomode. No debemos subestimar las señales de alerta. Actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre la prevención y la tragedia.
Las cifras son verdaderamente preocupantes. Según datos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), de enero a agosto de este año, se registraron más de 21 mil casos de violencia sexual, donde una abrumadora mayoría de las víctimas tiene entre 0 y 17 años. Este grupo representa más del 65% de los casos reportados. Además, se ha observado que los agresores suelen ser personas cercanas a las víctimas—7 de cada 10 delitos son perpetrados por alguien de su entorno, lo que hace aún más urgente nuestra implicación como adultos responsables.
Un dato desgarrador revela que el 15.2% de las adolescentes mujeres sufrió agresiones sexuales antes de cumplir los 12 años. La violencia sexual no solo deja marcas físicas, sino también emocionales y psicológicas que pueden afectar el desarrollo integral de los menores.
Por eso, es crucial que todos nos sumemos a la campaña de sensibilización liderada por la Presidencia del Consejo de Ministros.
Fuente: RPP








