Una discusión conyugal, desencadenada por una insinuación de infidelidad, opacó la celebración del cumpleaños número 37 de Silvia Núñez del Arco, esposa del escritor y periodista Jaime Bayly. El incidente, narrado por el propio Bayly en su columna titulada ‘Infeliz cumpleaños’, se originó cuando su hija adolescente reveló a la madre un comentario que el denominado ‘Niño terrible’ había hecho previamente.
De acuerdo con el relato, los hechos ocurrieron durante una cena en un restaurante. Mientras esperaban la llegada de Núñez del Arco, quien, según Bayly, arribó tarde y aparentemente bajo los efectos del alcohol, su hija le preguntó directamente si creía que su madre mantenía una relación sentimental con su instructor de karate. El escritor respondió sin descartar esa posibilidad, afirmando: “El cuerpo de tu madre es de ella, no es mío, y ella es libre de estar con quien quiera”.
La revelación no se hizo esperar. Aún en el lugar, la menor contó a su madre lo sucedido, lo que provocó un inmediato y airado enfrentamiento. “Indignada, mi esposa me acusó de mentiroso y malhablado”, narró Bayly. El periodista intentó aclarar su postura, argumentando que no había afirmado un hecho concreto, sino que se había referido a una posibilidad: “No he dicho que sean amantes, he dicho que podrían ser amantes, y en ese caso yo lo aceptaría”.
La situación escaló rápidamente, tornando la reunión familiar en un episodio de alta tensión que culminó con la hija de la pareja llorando y sin probar bocado durante la cena. Bayly reflexionó en su texto sobre el error de haber conversado con su hija “como si fuera una adulta”, un intercambio que, según él, se dio bajo un “pacto secreto” y que derivó en lo que describió como “la peor noche del año”.
Las consecuencias se extendieron más allá del restaurante. La familia regresó a casa en silencio y Bayly confesó no haber podido dormir, a pesar de haber tomado “varias pastillas”. Al día siguiente, la atmósfera continuó cargada de malestar y distancia emocional. El impacto del altercado fue tal, que el comunicador decidió cancelar los viajes familiares que tenían planificados a Buenos Aires y París.
El escritor concluyó que el aspecto más doloroso de la jornada no fue la tardanza de su esposa ni la cena arruinada, sino la fractura inesperada en la relación con su hija, a quien considera delató su confidencia pese al acuerdo de confidencialidad que, según su percepción, habían establecido.






