En una ceremonia sin precedentes en los dos mil años de historia de la Iglesia Católica, el Vaticano elevará este domingo 7 de septiembre a los altares a Carlo Acutis, un joven italiano fallecido en 2006, que se convertirá así en el primer santo de la generación millennial. La canonización, que presidirá el papa León XIV en la Plaza de San Pedro, marca un hito al reconocer la santidad en el lenguaje y el contexto de la era digital.
La generación millennial, a la que pertenece Acutis, comprende a los nacidos entre 1981 y 1996, los primeros “nativos digitales”. En un gesto cargado de simbolismo, el Vaticano canonizará junto a él a otro joven, Pier Giorgio Frassati (fallecido en 1925), presentando así un doble modelo de santidad juvenil que une la acción social tradicional con el nuevo apostolado digital.
Un santo con mandos de videojuego
Carlo Acutis no es el santo de los cuadros antiguos. Nació en Londres en 1991, se crio en Milán y, para el mundo exterior, era un adolescente más: un apasionado del fútbol, los cómics y los videojuegos. Sin embargo, su vida interior tenía una profundidad extraordinaria. Tras recibir su Primera Comunión a los siete años, integró en su rutina diaria la asistencia a misa y el rezo del rosario, prácticas que mantuvo hasta su último día.
Su madre, Antonia Salzano, lo ha descrito en numerosas ocasiones como “un chico normal, alegre y sereno”, pero con una cualidad que lo hizo extraordinario: una coherencia absoluta y la decisión inquebrantable de poner a Jesús y sus enseñanzas en el centro de todo. “Para él, la fe no era una obligación, sino una historia de amor”, ha afirmado.
El púlpito digital
Mucho antes de que el Vaticano acuñara el término y promoviera formalmente el “apostolado digital”, Carlo Acutis ya lo estaba ejerciendo desde su habitación. Con un talento innato para la informática, puso sus habilidades al servicio de la fe. Creó sitios web para su parroquia y su colegio, pero su proyecto cumbre fue una exposición virtual que documentaba más de 100 milagros eucarísticos verificados por la Iglesia en todo el mundo.
El sitio, que recopiló meticulosamente con una devoción de erudito, se ha traducido a múltiples idiomas y ha llegado a millones de personas, demostrando que internet puede ser un “púlpito moderno”. Para Acutis, la Eucaristía era su “autopista al cielo”, y él se dedicó a hacer que esa autopista fuera accesible para todos con un solo clic.
Su legado perdura no solo en la red, sino en el ejemplo de una vida que demostró que la santidad no es cosa del pasado, sino que puede florecer entre consolas, pantallas y una fe inquebrantable. Carlo Acutis, el santo millennial, es la prueba de que en la era digital, lo divino también tiene su código.





